Las cosas más sencillas siempre estremecen. Se muestran desnudas, sin afeites y galones, y por eso interrogan directamente, sin titubeos.
Carla entendía el mensaje. Eligió la tinaja más colorada señalándola con un dedo índice, sin apenas rozarla, inquieta como una hormiga zigzagueante... Y bebió. Primero con sorbos entrecortados. Luego apurando hasta la última gota. Lamiendo los bordes. Relamiéndose las comisuras de sus labios.
[Imagen: Zurbarán]